Sin querer queriendo, ahora tengo 37 seguidores; sin saber sabiendo, hoy hace quince días desde que Miguel Gutiérrez partió y no lo creo. No lo creo, no siento su ausencia del todo. Tengo claro que un 19 de septiembre escuché su voz por última vez, y al mismo tiempo espero que mi Nextel vibre por las mañanas para responderle que todo está bien. Siento su presencia como una bola de Haagen Dazs en verano de pueblo: perfecta e inalcanzable.
Me siento incapaz, torpe, pero nunca más chiquita. Ser chiquita es lindo cuando tienes a un hombre que con un abrazo te da toda la seguridad de mundo, mi papá era ese hombre.
Yo pensaba que sólo en las películas la gente cumplía su más grande anhelo antes de partir. Este hombre consiguió lo único que en realidad deseaba con locura: juntar a sus 4 hijos en Miami.
Casi una década y media llevaba mi papá repitiéndome a diario que se acercaba el día en que yo tendría que venir a este país tan ajeno a mí, a ser parte de una familia que él me regaló pero que no era totalmente mía. Siempre me decía que era un derecho, pero no podía evitar sentirlo como un deber.
El 24 de Octubre, alrededor de las 11pm al llegar, al salir del aeropuerto de Miami, sentí que el aire caliente me empujaba a una nueva vida sin preguntar. Todas las trabas y riesgos relacionados con el viaje valieron la pena cuando caminaba por el patio del Baptist, cuando lo vi, cuando noté que todo el tiempo estuvimos juntos y que sería así siempre.
Si alguna vez me preguntan mi opinión sobre el amor a distancia les diré que el mío duró catorce años, yo en Trujillo y él en Miami; nos veíamos una vez al año y por más que ambos éramos pegados a la tecnología, la webcam nunca fue necesaria.
Su voz tan sabia es lo que voy a extrañar... Esa voz que pensé que mentía la noche que durante la cena le dijo a su mejor amiga que volveríamos a vernos en dos meses. El 24 de agosto me dejó en un taxi con lágrimas en las mejillas, esperando verlo pronto.
No tenía la mas mínima idea que exactamente dos meses después yo estaría al borde de la cama en la que el yacía sedado y tan golpeado por la letal pancreatitis. Esa fue la primera de las peores noches de mi vida.
El 25 mejoró levemente, el 26 tuvo fiebre, el 27 lo operaron y la agonía era colectiva. Durante un año en la secundaria llevé el curso de bioética para actuar de la manera más estúpida y menos egoísta pero como hubiera querido él. El 28 de octubre a las 2:30pm su corazón dejó de latir, quemando el último cartucho.
Lloré y lloré, y cuando no tuve más lágrimas agradecí a Dios por quitarle el sufrimiento, por llevárselo con cuentas saldadas y cuando todos tuvimos la certeza de que podía hablar con Él.

Las distancias no existen cuando los corazones son grandes. Te amo daddy :)